Durante tres días, del 19 al 21 de julio, se ha tratado de exhumar los restos de los diez sorianos fusilados en Barcones. Ha sido un largo tiempo de investigación y viajes hasta llegar a ese día del mes de julio. Parecía que, por fin, se iban a exhumar los diez cuerpos. Finalmente sólo han sido siete, los seis de la comarca de San Esteban y otro más, aislado, cuya filiación se desconoce, hasta que el profesor Francisco Etxebarría y su equipo le pongan nombre y apellidos.
La
satisfacción supera, con creces, la decepción. Se han recuperado los restos de
Juan Pablo Rica Gutiérrez, Máximo Redondo García, Juan Ballano Pérez, Cándido
Muyo Arranz, Bernabé Esteban Benito, y Mariano González Carracedo. Emoción,
sólo emoción. En contra de la opinión de personas que se niegan a que se
revuelva el pasado, nadie quiere revanchas, nadie grita consignas. El pasado no
se revuelve porque no es pasado todavía. Los hechos terribles, en este caso los
ocurridos el 14 de agosto de 1936, han convivido con los familiares y han
llegado, intactos, al presente.
No
se trata, como muchos hemos dicho tantas veces, de cicatrizar heridas y de
cerrar una etapa, o al menos no solamente de eso. Se trata, simple y
llanamente, de hacer justicia. Que se sepa, a la vista de los cuerpos, que eso
sucedió realmente y que aconteció en la retaguardia, sin juicios, con
nocturnidad. Se trata de que los familiares lleven sus restos al lugar que
deseen, junto a sus familiares. Sólo son huesos, sí, pero huesos que dicen y
explican la barbaridad.
No
estuve, pero me han contado (Magdalena Alonso Muyo entre otros), de la emoción,
de la generosidad, de la solidaridad de todos los que acudieron a Barcones para
colaborar, apoyar o, como en el caso de los familiares, mirar con esperanza
para tratar de distinguir quién es su familiar.
Para
fechas no lejanas queda la vuelta. Es necesario encontrar a los cuatro
anarquistas sorianos: Arsenio Martínez García, Fermín González Ruiz, Antonio
Lafuente Galán y Tomás Cué Ortiz. Volver al “Colmenar de la tía Leonor”, lugar
ya para la historia de los familiares y de la Asociación Soriana Recuerdo y
Dignidad.
No
fue fácil en Fuentebella. De nuevo la decepción para la familia de Antonio
Cabrero Santamaría, cuyos restos yacen, junto a los de Valentín Llorente
Benito, en un lugar aún ignoto de la Sierra de la Alcarama, entre los barrancos
Pertigoso y Moscares. Lo dificultoso del acceso (una se pregunta cómo pudieron
bajar hasta allí, de noche), el intento en su día de repoblación forestal, el silencio
de los vecinos que abandonaron el pueblo antes que ningún otro de la Alcarama,
y la elevada edad de quienes todavía podrían indicar el lugar exacto, hace que,
un intento tras otro, los familiares no logren su objetivo.
Desde
estas líneas agradecer, una vez más, el trabajo desinteresado del profesor
Francisco Etxebarría Gabilondo y su equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi,
que preside.
Blog Los 10 de Barcones y La Vara de la Libertad
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